No es posible llamar accidente a aquellos que están provocados por factores que eran susceptibles de cambio, como el caso de los ocurridos por la ingesta de alcohol, la velocidad excesiva o el incumplimiento de las señales de obligación, por ejemplo. Estos casos serían evitables aplicando un comportamiento adecuado a la situación. Estos son los accidentes sobre los que principalmente trabaja la seguridad vial, buscando la prevención de ocasiones de peligro, mejorando las infraestructuras y añadiendo sistemas de seguridad a los vehículos.
La siniestralidad vial constituye uno de los problemas más relevantes a los que se enfrentan las sociedades de los países desarrollados, dadas las trágicas consecuencias que de la misma se derivan.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha categorizado como “epidemia” a los accidentes, pues constituyen la décima causa de muerte en todo el mundo y se proyectan, si no se toman medidas al respecto, como la tercera causa de mortalidad mundial para 2020.
Por ello es necesario una correcta gestión de los recursos, para aumentar esta seguridad, que se suele hacer por medio de la aplicación de metodologías que combinen el uso de diversas políticas, la cooperación entre los diferentes organismos implicados y la puesta en práctica de varias medidas para mejorar el nivel de seguridad en las vías.
Los datos indican que cerca de 1,3 millones de personas fallecen cada año a raíz de un accidente de tráfico y más de la mitad de ellas no viajaban en automóvil. Entre 20 y 50 millones de personas más sufren traumatismos no mortales provocados por accidentes, y tales traumatismos constituyen una causa importante de discapacidad en todo el mundo. Un dato significativo es que el 90 % de los fallecidos por accidentes de tráfico tienen lugar en los países de ingresos bajos y medianos, donde se halla menos de la mitad de los vehículos matriculados en todo el mundo, lo que demuestra que las políticas aplicadas para reducir los efectos negativos de los accidentes son útiles y necesarias.
Entre las tres causas principales de defunciones de personas de 5 a 44 años figuran los traumatismos causados por accidentes de tráfico. Según las previsiones, si no se adoptan medidas inmediatas y eficaces, dichos traumatismos se convertirán en la quinta causa final de muerte, con unos 2,4 millones de fallecimientos anuales. Esto se debe, en parte, al rápido aumento del mercado de vehículos de motor sin que vaya acompañado de mejoras suficientes en las estrategias sobre seguridad vial o de planificaciones del uso del territorio destinado a servir de escenario del tráfico.
Teniendo en cuenta que los accidentes de tráfico tienen una repercusión económica del 1 % al 3 % en el PNB respectivo de cada país, según la media, lo que asciende a un total de más de 500.000 millones de dólares, según datos de la OMS, la reducción del número de heridos y muertos por accidente traerá beneficios mitigando el daño provocado, desencadenando el crecimiento económico y liberando recursos que se puedan destinar a inversión en seguridad vial.
El 1 de marzo de 2010, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el periodo entre los años 2011 y 2020 como el Decenio de Acción para la Seguridad Vial. Su objetivo general primero es conseguir estabilizar el número de víctimas previstas y, posteriormente, reducirlo por medio del aumento de las actividades en los planos nacional, regional y mundial.
Por ello se creó un plan con la finalidad de servir de referencia a los países adheridos y para facilitar la aplicación de medidas destinadas al logro de las metas propuestas en el Decenio de Acción para la Seguridad Vial.
Los principios en los que se basa este plan pretenden desarrollar un sistema de transporte vial mejor adaptado al error humano y que tome en consideración la vulnerabilidad del cuerpo humano. En cuanto al primer asunto, ha de asumirse la posibilidad real del error humano y la imposibilidad de evitar totalmente los accidentes; de esa manera, y teniendo en cuenta el segundo, evitar las lesiones o minimizarlas al máximo en la medida de lo posible.
Las actividades previstas a realizar durante el Decenio se espera que se realicen en el plano local, nacional y regional, haciendo hincapié principalmente en las medidas a nivel local y nacional.
La siniestralidad vial constituye uno de los problemas más relevantes a los que se enfrentan las sociedades de los países desarrollados, dadas las trágicas consecuencias que de la misma se derivan.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha categorizado como “epidemia” a los accidentes, pues constituyen la décima causa de muerte en todo el mundo y se proyectan, si no se toman medidas al respecto, como la tercera causa de mortalidad mundial para 2020.
Por ello es necesario una correcta gestión de los recursos, para aumentar esta seguridad, que se suele hacer por medio de la aplicación de metodologías que combinen el uso de diversas políticas, la cooperación entre los diferentes organismos implicados y la puesta en práctica de varias medidas para mejorar el nivel de seguridad en las vías.
Los datos indican que cerca de 1,3 millones de personas fallecen cada año a raíz de un accidente de tráfico y más de la mitad de ellas no viajaban en automóvil. Entre 20 y 50 millones de personas más sufren traumatismos no mortales provocados por accidentes, y tales traumatismos constituyen una causa importante de discapacidad en todo el mundo. Un dato significativo es que el 90 % de los fallecidos por accidentes de tráfico tienen lugar en los países de ingresos bajos y medianos, donde se halla menos de la mitad de los vehículos matriculados en todo el mundo, lo que demuestra que las políticas aplicadas para reducir los efectos negativos de los accidentes son útiles y necesarias.
Entre las tres causas principales de defunciones de personas de 5 a 44 años figuran los traumatismos causados por accidentes de tráfico. Según las previsiones, si no se adoptan medidas inmediatas y eficaces, dichos traumatismos se convertirán en la quinta causa final de muerte, con unos 2,4 millones de fallecimientos anuales. Esto se debe, en parte, al rápido aumento del mercado de vehículos de motor sin que vaya acompañado de mejoras suficientes en las estrategias sobre seguridad vial o de planificaciones del uso del territorio destinado a servir de escenario del tráfico.
Teniendo en cuenta que los accidentes de tráfico tienen una repercusión económica del 1 % al 3 % en el PNB respectivo de cada país, según la media, lo que asciende a un total de más de 500.000 millones de dólares, según datos de la OMS, la reducción del número de heridos y muertos por accidente traerá beneficios mitigando el daño provocado, desencadenando el crecimiento económico y liberando recursos que se puedan destinar a inversión en seguridad vial.
El 1 de marzo de 2010, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el periodo entre los años 2011 y 2020 como el Decenio de Acción para la Seguridad Vial. Su objetivo general primero es conseguir estabilizar el número de víctimas previstas y, posteriormente, reducirlo por medio del aumento de las actividades en los planos nacional, regional y mundial.
Por ello se creó un plan con la finalidad de servir de referencia a los países adheridos y para facilitar la aplicación de medidas destinadas al logro de las metas propuestas en el Decenio de Acción para la Seguridad Vial.
Los principios en los que se basa este plan pretenden desarrollar un sistema de transporte vial mejor adaptado al error humano y que tome en consideración la vulnerabilidad del cuerpo humano. En cuanto al primer asunto, ha de asumirse la posibilidad real del error humano y la imposibilidad de evitar totalmente los accidentes; de esa manera, y teniendo en cuenta el segundo, evitar las lesiones o minimizarlas al máximo en la medida de lo posible.
Las actividades previstas a realizar durante el Decenio se espera que se realicen en el plano local, nacional y regional, haciendo hincapié principalmente en las medidas a nivel local y nacional.
www.aluanainfraestructuras.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario