La transición de la era del caballo a la era motorizada demostraría ser muy peligrosa. Al llegar el siglo XX, la venta de automóviles se estaba convirtiendo en un gran negocio, ya que eran símbolo de prestigio y estatus.
Los automóviles eran fabricados básicamente con placas de metal clavadas a una estructura de madera, careciendo de elementos cómo intermitentes o limpiaparabrisas. Al mismo tiempo, la mayoría de los componentes de los automóviles eran armas, cómo los salpicaderos que podían romper un cráneo o los parabrisas de vidrio que eran cuchillas afiladas para la cara, en caso de accidente.
En el período de 1863-1870 hubo 470 muertes por millón de población (76 en ferrocarriles, 143 en las carreteras, 251 en el agua); para el período de 1891-1900 las cifras correspondientes fueron: 348 (63, 107, 178); para el período 1931-1938: 403 (22, 311, 70) y para el año 1963:. 325 (10, 278, 37).
En 1903 debido a un accidente de laboratorio se descubrió casualmente un cristal de seguridad. El francés químico Édouard Benedictus, trabajando en su laboratorio, subió a una escalera en busca de los reactivos de un estante y sin querer golpeó un matraz de cristal que cayó al suelo y se rompió pero no se hizo añicos ni se separo. Esto fue debido a la nitrocelulosa seca que contenía, que había formado una capa adhesiva en su interior que mantenía el cristal de una pieza.
A raíz de éste casual descubrimiento, fabricó una hoja de adhesivo de nitrocelulosa entre dos cristales generando el vidrio laminado. Sin embargo, no fue hasta 1909 que Benedictus presentó una patente, a raíz de leer un artículo en el periódico que informaba de un terrible siniestro vial que había causado graves laceraciones en el rostro de una joven.
En 1911, formó la Société du Verre Triplex, que fabrica un vidrio plástico compuesto para reducir las lesiones en accidentes de tránsito. En un primer momento, la producción de vidrio Triplex era lento y laborioso, por lo que era bastante caro. No fue inmediatamente adoptado por los fabricantes de automóviles. No fue hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial que el vidrio de seguridad encontró su primera aplicación práctica a gran escala: cómo las lentes para las máscaras de gas. Fabricarlas resultaba relativamente fácil y barato, pequeños óvalos de vidrio laminado de seguridad, y las lentes proporcionan al personal militar un tipo de protección que se necesitaba desesperádamente, pero había sido imposible hasta ese momento. Tras ello, ejecutivos de automóviles examinaron el rendimiento probado del nuevo vidrio en las condiciones extremas de la batalla, y el cristal de seguridad se convirtió en parabrisas de automóviles.
En 1919, Henry Ford comenzó a poner cristales de seguridad en sus coches y diez años más tarde era estándar en todos los coches de Ford. En 1939 el cristal laminado ya era extensamente utilizado. Lo llamaban “el vidrio de seguridad indestructible”, y era la Ford Motor Company de Dagenham, en Inglaterra, la primera en comercializarlo.
Su invento accidental no sólo ha salvado millones de vidas, sino que también sentó las bases para la futura modernización del vidrio de seguridad.
Los automóviles eran fabricados básicamente con placas de metal clavadas a una estructura de madera, careciendo de elementos cómo intermitentes o limpiaparabrisas. Al mismo tiempo, la mayoría de los componentes de los automóviles eran armas, cómo los salpicaderos que podían romper un cráneo o los parabrisas de vidrio que eran cuchillas afiladas para la cara, en caso de accidente.
En el período de 1863-1870 hubo 470 muertes por millón de población (76 en ferrocarriles, 143 en las carreteras, 251 en el agua); para el período de 1891-1900 las cifras correspondientes fueron: 348 (63, 107, 178); para el período 1931-1938: 403 (22, 311, 70) y para el año 1963:. 325 (10, 278, 37).
En 1903 debido a un accidente de laboratorio se descubrió casualmente un cristal de seguridad. El francés químico Édouard Benedictus, trabajando en su laboratorio, subió a una escalera en busca de los reactivos de un estante y sin querer golpeó un matraz de cristal que cayó al suelo y se rompió pero no se hizo añicos ni se separo. Esto fue debido a la nitrocelulosa seca que contenía, que había formado una capa adhesiva en su interior que mantenía el cristal de una pieza.
A raíz de éste casual descubrimiento, fabricó una hoja de adhesivo de nitrocelulosa entre dos cristales generando el vidrio laminado. Sin embargo, no fue hasta 1909 que Benedictus presentó una patente, a raíz de leer un artículo en el periódico que informaba de un terrible siniestro vial que había causado graves laceraciones en el rostro de una joven.
En 1911, formó la Société du Verre Triplex, que fabrica un vidrio plástico compuesto para reducir las lesiones en accidentes de tránsito. En un primer momento, la producción de vidrio Triplex era lento y laborioso, por lo que era bastante caro. No fue inmediatamente adoptado por los fabricantes de automóviles. No fue hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial que el vidrio de seguridad encontró su primera aplicación práctica a gran escala: cómo las lentes para las máscaras de gas. Fabricarlas resultaba relativamente fácil y barato, pequeños óvalos de vidrio laminado de seguridad, y las lentes proporcionan al personal militar un tipo de protección que se necesitaba desesperádamente, pero había sido imposible hasta ese momento. Tras ello, ejecutivos de automóviles examinaron el rendimiento probado del nuevo vidrio en las condiciones extremas de la batalla, y el cristal de seguridad se convirtió en parabrisas de automóviles.
En 1919, Henry Ford comenzó a poner cristales de seguridad en sus coches y diez años más tarde era estándar en todos los coches de Ford. En 1939 el cristal laminado ya era extensamente utilizado. Lo llamaban “el vidrio de seguridad indestructible”, y era la Ford Motor Company de Dagenham, en Inglaterra, la primera en comercializarlo.
Su invento accidental no sólo ha salvado millones de vidas, sino que también sentó las bases para la futura modernización del vidrio de seguridad.
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